Iñigo escuchó con atención, intentando extraer alguna información de las voces que escuchaba, pero estaban demasiado amortiguadas por los gruesos paneles de madera de aquel maldito barco. Tras las voces, empezaron los gritos, sin embargo, y golpes pesados contra la cubierta. Luego, pudo oír pasos alejándose y acercándose, hasta que se abrió la puerta de la sala donde le tenían prisionero. Le levantaron y giraron y pudo ver a quien le sostenía: un humano con armadura de cuero tachonado y sangre fresca sobre ella, detrás de él, otro humano y una elfa, ninguno de ellos con armadura, le miraban con una mezcla de sorpresa y curiosidad, la reacción que Iñigo esperaba frente al resultado de su genio, de todos modos. "¿Iñigo Sharpe?" preguntó el humano armado. "Sí, soy yo"
Tras la muerte de los piratas, los PJs registraron su barco sin encontrar ni rastro del inventor al que estaban buscando. Suponiendo que sólo podía estar con el único bando restante en este lugar, convencieron al oficial enano que había venido con ellos de que les dejara hablar con su capitán para buscar a Sharpe. Sin embargo, dándose cuenta de que el oficial pensaba conducirles de algún modo a una emboscada, decidieron disminuir sus incentivos para hacerlo traicionando primero a los enanos. Sólo uno de ellos, muy malherido, sobrevivió a la demostración para abrir las puertas de la empalizada con la que los enanos protegían su barco.
Cuando llegaban, sin embargo, la lealtad pudo más y el oficial avisó a gritos de las intenciones de los personajes. No fue una lucha larga, sin embargo, y al atravesar la empalizada vieron como las pesadas puertas del barco se cerraban para dejarles fuera. Mirándolo desde fuera, resultaba sorprendente que este barco pudiera flotar siquiera, no ya navegar, pues parecían haberlo construido como una fortaleza - no sólo en cuanto a dureza y seguridad - sino en que tenía la misma hidrodinámica que un ladrillo e incluso almenas en lugar de la baranda de cualquier barco construido por una cultura más pendiente de las diferencias de entorno que supone el mar que de la construcción tradicional. La única concesión que habían hecho a la realidad del viaje marítimo era construirlo con madera en lugar de piedra, al parecer.
Sea como fuere, los personajes consiguieron abrir una de las puertas, tras la que obviamente esperaban los enanos del interior y, ya sin paciencia, mataron como paso previo a buscar sin más resistencia ni falsa diplomacia por parte de los enanos. La sorpresa vendría al descubrir que Iñigo Sharpe no era ya más que una cabeza mecánica dotada de la mente del famoso inventor.
Eso no les detuvo a la hora de pedirle ayuda para reparar los motores del barco - por supuesto, los enanos no confiaban el movimiento de su navío a viento ni a remos cuando podían hacerlo a sus ingenios mecánicos - Con las instrucciones de Sharpe y la experiencia de Turgosh - relojero, al fin y al cabo - pudieron poner en marcha los motores y alejarse del maldito Mar Estrangulador, poniendo rumbo al norte, donde la elfa Jaria aún esperaba su regreso.
En el muelle del pueblo al que llegaron, sin embargo, se las verían con otro problema. Una emboscada llevada a cabo por varios humanos y una osga tremendamente hábil que, por algún motivo desconocido, les atacaron. Las heridas que recibieron nuestros protagonistas fueron importantes, pero las que recibieron sus atacantes fueron mortales, sólo uno de ellos, un arquero que ni siquiera se había acercado al combate desde la seguridad de su atalaya, pudo huir para pelear otro día o contar historias sobre la sorprendente capacidad de los personajes. Las preguntas que acosarían a los personajes, sin embargo, eran obvias ¿quién había enviado a los atacantes? ¿cómo les habían reconocido? ¿por qué les habían atacado?
La primera intuición, por supuesto, fue que los hechizos de localización que los antiguos clientes de Sharpe habían estado usando para encontrar al genial pero chanchullero inventor, por fin habían tenido éxito al alejarle de la maldición del Mar Estrangulador.
Sea como fuere, el tándem de las instrucciones de Sharpe y las hábiles manos de Turgosh pudieron desactivar los golem que tantos quebraderos de cabeza y mobiliario habían dado a Jaria, y los personajes pudieron recibir por fin la recompensa a sus esfuerzos y reflexionar, orgullosos de su éxito.
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