El hombre despertó sobresaltado con una mano en su hombro y la hoja de un cuchillo en su cuello. El dueño de ambas le indicó silencio y apartó la mordaza de su boca. "¿Cómo te llamas?" preguntó. Notaba humedad en la hoja en contacto con su garganta, así que, intentando no moverse, respondió "Jacob". El cuchillo se retiró entonces y soltó sus ataduras.
El cazarrecompensas decidió rescatar a sus compañeros de las manos de aquellos trasgos semi acuáticos. Avanzó en silencio y se coló en el barco, degollando a los goblins que dormían confiando - erróneamente - en los guardias fuera. Liberó a la elfa y el enano, que seguía sin despertar, posiblemente como efecto de una fea herida en su cabeza, y luego pensó en qué hacer con los otros dos hombres atados en el barco. Ambos estaban amordazados y eso no era buena señal, así que finalmente decidió liberarles.
Cuando salieron del barco le falló la puntería intentando eliminar a un centinela y tuvieron que luchar con ahínco para sobrevivir, pero al menos estaban libres y, aunque con algunas heridas de importancia, alcanzaron la victoria.
Decidieron alejarse. En el otro lado del mar de sargazo se veían dos barcos más o menos enteros. Uno de ellos parecía diseñado con la estética de un bloque de piedra, lo que le delataba como de factura enana. Quizá fuera la empalizada levantada a su alrededor lo que hizo que prefirieran el otro barco, pero al menos les granjeó una recepción, si no cálida, al menos no hostil. El barco naufragado al que habían llegado llevaba semanas o meses atrapado, sus tripulantes no podían precisar cuánto. Varios de ellos estaban afectados por la maldición de este lugar, que impulsaba a las personas a sacrificarse por él y a perderse en alguna niebla dentro de sus mentes.
Los marineros confirmaron que, en efecto, los refugiados del barco cuadrado eran enanos, y que les habían negado ayuda por la fuerza cuando se encontraron por primera vez.
El grupo, reforzado con la unión de un nigromante y otro estudioso de lo arcano, decidió acercarse a parlamentar con los enanos, en busca de una forma satisfactoria de que todos consiguieran sus fines. La versión que los enanos dieron del primer encuentro con los marinos no fue exactamente igual, acusándoles de intentar robarles su barco a las armas y situándose como defensores legítimos. Conseguir que los enanos aceptaran reunirse con los hombres con quien tan mal había ido el primer encuentro no fue tan difícil, pero en cuando se vieron empezaron los insultos y acusaciones mutuas y finalmente todo estalló en violencia.
Cuando terminó el combate, los humanos que no habían huido habían muerto, y varios enanos yacían también sobre las algas.
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