Traducción de una charla de Neil Gaiman para la Reading Agency el 14 de octubre de 2013
La traduzco porque creo que es lo bastante importante como para poner un poco de tiempo en que otras personas tengan esta visión.
La traduzco porque creo que es lo bastante importante como para poner un poco de tiempo en que otras personas tengan esta visión.
Es importante que la gente te diga en qué lado está y porqué, y si pueden tener algún prejuicio. Una declaración de intereses, por decir así. Así, voy a hablaros sobre lectura. Voy a deciros porqué las bibliotecas son importantes. Voy a sugerir que leer ficción, que leer por placer, es una de las cosas más importantes que uno puede hacer. Voy a hacer un apasionado ruego para que la gente entienda qué son las bibliotecas y los bibliotecarios, y para preservar ambas cosas.
Y soy parcial, obvia y enormemente: soy escritor, frecuentemente autor de ficción. Escribo para niños y adultos. Durante unos 30 años me he ganado la vida con mis palabras, principalmente inventando cosas y escribiéndolas. Es obviamente en mi interés que la gente lea, que lea ficción, que bibliotecas y bibliotecarios existan y ayuden a cultivar el amor por la lectura y los lugares en los que la lectura puede hacerse.
Así que soy parcial como escritor. Pero mucho, mucho más como lector. Y aún más parcial como ciudadano británico.
Y estoy aquí dando esta charla esta noche, bajo el auspicio de la Agencia de Lectura: una organización de caridad cuya misión es dar a todo el mundo las mismas oportunidades en la vida ayudando a que la gente se convierta en lectores entusiastas y llenos de confianza. Que apoya programas de enseñanza de lectura, bibliotecas e individuos, y que de forma desnuda anima al acto de leer. Porque, nos dicen, todo cambia cuando leemos.
Y es ese cambio y ese acto de leer sobre lo que voy a hablar esta noche. Quiero hablar sobre lo que hace leer. Para qué es bueno.
Una vez estuve en Nueva York escuchando una charla sobre la construcción de prisiones privadas - una industria de enorme crecimiento en América. La industria de prisiones necesitaba un plan sobre su futuro crecimiento - ¿Cuántas celdas serán necesarias? ¿Cuántos prisioneros habrá dentro de 15 años? Y se encontraron con que podían predecirlo con facilidad, usando un algoritmo bastante simple, basado en preguntarse qué porcentaje de niños de 10 a 11 años no sabían leer. Y por supuesto no podían leer por placer.
No es uno a uno: no puedes decir que una sociedad letrada no tenga crimen. Pero hay una correspondencia muy real.
No es uno a uno: no puedes decir que una sociedad letrada no tenga crimen. Pero hay una correspondencia muy real.
Y pienso que algunas de esas correlaciones, las más simples, vienen de algo muy sencillo: La gente que lee, lee ficción.
La ficción tiene dos usos. En primer lugar es una droga para la lectura. El impulso de saber qué pasa después, de querer pasar la página, la necesidad de seguir, incluso si es duro porque alguien está en problemas y tienes que saber cómo va a terminar todo - es un impulso muy real. Y te fuerza a aprender nuevas palabras, a pensar nuevos pensamientos, a seguir. Descubrir que leer, por sí mismo, es placentero. Una vez que aprendes eso, estás en camino de leerlo todo. Y leer es clave. Hubo algo de ruido brevemente, hace unos años, sobre la idea de que vivimos en un mundo post-letrado, en el que la capacidad de darle sentido a palabras escritas era de algún modo redundante, pero esos días han pasado: las palabras son más importantes de lo que eran: navegamos por el mundo con palabras, y al deslizarse el mundo en la red, necesitamos seguirlo, comunicarnos y entender qué estamos leyendo. La gente que no puede entenderse no puede intercambiar ideas, no puede comunicarse, y los programas de traducción sólo llegan hasta cierto punto.
La forma más sencilla de asegurarse de que educamos a niños letrados es enseñarles a leer y enseñarles que es una actividad placentera. Y eso significa, en esencia, encontrar libros que disfruten, darles acceso a esos libros, y dejar que los lean.
No creo que exista un mal libro para niños. De vez en cuando se pone de moda entre algunos adultos señalar a algún conjunto de libros para niños, un género quizá, o un escritor, y declarar que son malos libros, libros que no debería dejarse que leyeran los niños. Lo he visto una y otra vez; Enid Blyton fue declarada una mala escritora, igual que R.L. Stine, y docenas de otros. Los cómics han sido denunciados como favorecedores de analfabetismo.
Es un sin sentido. Es esnob y estúpido. No hay malos escritores para niños. Que los niños gusten y quieran leer y buscar, porque cada niño es distinto. Pueden encontrar las historias que necesitan, y llevarse ellos mismos a historias. Una idea gastada y manida no lo es para ellos. Es la primera vez que el niño la encuentra. No desanimes a los niños a leer porque crees que están leyendo lo que no deberían. La ficción que no te gusta es una ruta a otros libros que puedes preferir. Y no todo el mundo tiene tus mismos gustos.
Adultos con buenas intenciones pueden fácilmente destruir el amor de un niño por la lectura: impidiéndoles leer lo que disfrutan, o dándoles valiosos - pero aburridos - libros que te gustan, el equivalente del siglo 21 de la "mejora" victoriana de la literatura. Terminarás con una generación convencida de que leer no mola, lo que es peor, que es desagradable.
Necesitamos que nuestros hijos suban a la escalera de lectura: cualquier cosa que disfruten leyendo les moverá hacia arriba, peldaño a peldaño, en la lectura. (También, no hagas lo que hizo este autor cuando su hija de 11 años leía a R.L.Stine, que fue ir y darle un ejemplar de Carrie, de Stephen King, diciendo "¡si te gustan esos este te va a encantar!" Holly no leyó más que seguras historias de colonos y llanuras el resto de su adolescencia, y aún me lanza miradas cuando se menciona el nombre de Stephen King)
Y la segunda cosa que hace la ficción es generar empatía. Cuando miras la televisión o una película, estás mirando a cosas que le pasan a otras personas. La ficción en prosa es algo que construyes con 26 letras y un puñado de signos de puntuación, y tú, tú solo, usando tu imaginación, creas un mundo y personas y miras por otros ojos. Sientes cosas, visitas lugares y mundos que no conocerías de otro modo. Aprendes que todas las demás personas también son un "yo". Eres otra persona, y cuando vuelves a tu propio mundo, vas a estar ligeramente cambiado.
La empatía es una herramienta para construir grupos a partir de personas, para permitirnos funcionar como algo más que individuos centrados en sí mismos.
También te das cuenta de algo vitalmente importante para hacer tu vida en este mundo. Y es esto: El mundo no tiene que ser como es. Las cosas pueden ser distintas.
Estuve en China en 2007, en la primera convención de ciencia ficción y fantasía, aprobada por el partido, en la historia de China. En determinado momento hice un aparte con un alto oficial y le pregunté ¿Por qué? La ciencia ficción ha sido desaprobada durante mucho tiempo. ¿Qué ha cambiado?
Es simple, me dijo. Los chinos eran brillantes a la hora de hacer cosas si otra gente les daba los planos. Pero no innovaban ni inventaban. No imaginaban. Así que enviaron una delegación a los Estados Unidos, a Apple, a Microsoft, a Google, y preguntaron a la gente que estaba inventando el futuro sobre ellos mismos. Y descubrieron que todos ellos habían leído ciencia ficción cuando eran niños y niñas.
La ficción puede mostrarte un mundo distinto. Te puede llevar a un sitio en el que nunca has estado, como los que comen frutas de hadas, nunca estarás completamente contento con el mundo en el que creciste. El descontento es bueno: las personas descontentas cambian y mejoran sus mundos, dejándolos mejores, dejándolos distintos.
Y ya que estamos con el tema, me gustaría decir algunas palabras sobre el escapismo. Oigo hablar del término como si fuera algo malo. Como si la ficción "escapista" fuera un opio barato usado por los tontos y los engañados y la única ficción valiosa, para adultos o niños, es la que imita a la realidad, reflejando lo peor del mundo en el que el lector se encuentra.
Si estuvieras atrapado en una situación imposible, en un lugar desagradable, con gente que te desea mal, y alguien te ofreciera un escape temporal, ¿por qué no lo aprovecharías? Y la ficción escapista es justo eso: ficción que abre una puerta, muestra la luz del sol fuera, te da un lugar donde tú tienes el control, donde estás con la gente con la que quieres estar (y los libros son lugares reales, no os equivoquéis); y más importante, durante tu escapada, los libros pueden darte conocimiento sobre el mundo, pueden darte armas y armadura: cosas reales que puedes llevar de vuelta a tu prisión. Habilidades y conocimiento y herramientas que puedes utilizar para escapar de lo real.
Como J.R.R. Tolkien nos recordó, los únicos que vituperan el escapismo son los carceleros.
Otra forma de destruir el amor de un niño por la lectura, por supuesto, es asegurarse de que cerca no haya libros de ningún tipo. Y no dejarle lugar donde leer esos libros. Yo fui afortunado. Cuando era niño tenía una excelente biblioteca. Tenía la clase de padres que se dejaban convencer de dejarme en la biblioteca de camino a su trabajo durante las vacaciones de verano, y el tipo de bibliotecarios que no se preocupaban por un niño pequeño y solo que iba a la biblioteca infantil cada mañana y buscaba el catálogo, buscando libros con fantasmas o magia o cohetes, buscando vampiros o detectives o brujas o maravillas. Y cuando terminé de leer la biblioteca infantil empecé con los libros de adultos.
Eran buenos bibliotecarios. Les gustaban los libros y les gustaba que los leyeran. Me enseñaron a pedir libros de otras bibliotecas en préstamos inter-bibliotecarios. No tenían ningún esnobismo sobre lo que leía. Parecía gustarles que hubiera un pequeño chico de ojos grandes al que le encantara leer, y me hablaban de los libros que estaba leyendo, me encontraban otros libros de una serie, me ayudaban. Me trataban como a otro lector - nada más ni menos - lo que significa que me trataban con respecto. No estaba acostumbrado a ser tratado con respecto cuando tenía ocho años.
Pero las bibliotecas son libertad. Libertad para leer, libertad de ideas, libertad de comunicación. Son educación (que no es un proceso que termine con la escuela o la universidad), son entretenimiento, espacios seguros y acceso a la información.
Me preocupa que ahora en el siglo 21 la gente no entiende las bibliotecas y su propósito. Si entiendes una biblioteca como un cargamento de libros, puede parecer anticuado u obsoleto en un mundo en el que la mayoría, aunque no todos, los libros impresos existen digitalmente. Pero eso es perderse la cuestión fundamental.
Creo que tiene que ver con la naturaleza de la información. La información tiene valor, y la información adecuada tiene un enorme valor. Durante toda la historia de la humanidad hemos vivido en una situación de escasez de información, y tener la información necesaria siempre fue importante y siempre valioso: cuando plantar las cosechas, dónde encontrar cosas, mapas, historias y cuentos - siempre fueron buenas para una comida y compañía. La información era algo valioso, y los que la tenían o la podían obtener podían cobrar por ese servicio.
En los últimos años, hemos pasado de una economía de escasez de información a una dirigida por el exceso de información. De acuerdo con Eric Schmidt de Google, ahora, cada dos días, la humanidad crea tanta información como hicimos desde los inicios de la información hasta 2003. Esos son unos cinco exabytes de datos cada día, para aquellos de vosotros que lleváis la cuenta. El desafío se convierte, no en encontrar la rara planta que crece en el desierto, sino encontrar una planta específica en la jungla. Vamos a necesitar ayuda para navegar por esa información para encontrar la que realmente necesitamos.
Las bibliotecas son lugares donde la gente va a buscar información. Los libros son sólo la punta del iceberg: están ahí, y las bibliotecas pueden proveerte libre y legalmente con libros. Más niños toman prestados libros de bibliotecas que nunca - libros de todo tipo: de papel, digitales y de audio. Pero las bibliotecas son también, por ejemplo, lugares
donde personas que no tienen ordenador, que no tienen conexión a internet, pueden ir online sin pagar nada: enormemente importante cuando te das cuenta de que encontrar trabajo o solicitarlo está volviéndose cada vez más exclusivamente online. Los bibliotecarios pueden ayudar a la gente a navegar por ese mundo.
No creo que todos os libros vayan o deban migrarse a pantallas: como Douglas Adams me dijo una vez, más de 20 años antes de que apareciera Kindle, un libro físico es como un tiburón. Los tiburones son antiguos: ha habido tiburones en el océano antes de los dinosaurios. Y el motivo por el que aún hay tiburones es que son mejores siendo tiburones que todo lo demás. Los libros físicos son duros, difíciles de destruir, resistentes al agua, usan energía solar, son cómodos en tu mano: son buenos en ser libros, y siempre habrá un lugar para ellos. Pertenecen a las bibliotecas igual que las bibliotecas se han convertido en lugares donde puedes ir para tener acceso a ebooks, audiobooks, DVDs y contenido web.
Una biblioteca es un lugar que es un repositorio de información y que da a todo ciudadano el mismo acceso a ella. Eso incluye información sobre salud. Y sobre salud mental. Es un espacio comunitario. Es un lugar seguro, un cielo en el mundo. Un lugar con bibliotecarios. Cómo serán las bibliotecas del futuro es algo que deberíamos estar imaginando ahora.
La alfabetización es más importante de lo que nunca ha sido, en este mundo de texto e email, un mundo de información escrita. Necesitamos leer y escribir, necesitamos ciudadanos globales que puedan leer cómodamente, comprender lo que están leyendo, entender diferencias sutiles y hacerse entender
Las bibliotecas son realmente puertas al futuro. Así que es desafortunado que en todo el mundo las autoridades cierren bibliotecas como forma fácil de ahorrar dinero, sin darse cuenta de que están robando del futuro para pagar el presente. Están cerrando las puertas que deberían estar abiertas.
De acuerdo con un estudio por la Organización de por la Cooperación Económica y el Desarrollo, Inglaterra es el "único país donde el grupo de mayor edad tiene mayor capacidad literaria y matemática que el grupo más joven, después tener en cuenta otros factores como género, trasfondo socio-económico y tipo de ocupación"
O para decirlo de otro modo, nuestros hijos y nietos son menos letrados y manejan peor los números de lo que lo hacemos nosotros. Se les podrá mentir y engañar con más facilidad, serán menos capaces de cambiar el mundo en el que se encuentren, tendrán menos valor como trabajadores. Todas estas cosas. Y como país, Inglaterra quedará por detrás de otros países desarrollados porque carecerá de una fuerza trabajadora cualificada.
Los libros son la forma en la que nos comunicamos con los muertos. La forma en la que aprendemos lecciones de aquellos que no están ya con nosotros, la forma en la que la humanidad se ha construido sobre sí misma, progresado, haciendo el conocimiento incremental en lugar de algo que debe ser aprendido una y otra vez. Hay historias más viejas que la mayoría de los países, historias que han sobrevivido por mucho a las culturas y los edificios donde fueron contadas por primera vez.
Creo que tenemos responsabilidades con el futuro. Responsabilidades y obligaciones para con los niños, los adultos en los que esos niños se convertirán, con el mundo que habitarán. Todos nosotros - como lectores, como escritores, como ciudadanos - tenemos obligaciones. Pensé que debía especificar algunas de estas obligaciones aquí.
Creo que tenemos la obligación de leer por placer, en privado o en lugares públicos. Si leemos por placer, si otros nos ven leyendo, entonces aprendemos, ejercitamos nuestra imaginación. Demostramos a otros que leer es algo bueno.
Tenemos la obligación de apoyar bibliotecas. Usarlas, animar a otros a usarlas, protestar contra su cierre. Si no valores bibliotecas entonces no valores información, cultura o sabiduría. Estás silenciando las voces del pasado y dañando el futuro.
Tenemos la obligación de leer a nuestros hijos. Leerles cosas que disfruten. Leerles historias de las que estamos cansados. Hacer las voces, hacerlas interesantes, y no dejar de leérselas sólo porque han aprendido a leer solos. Usad leer en alto como tiempo en común, como tiempo en el que no miramos nuestros teléfonos, cuando las distracciones del mundo se ponen a un lado
Tenemos la obligación de usar el lenguaje. De empujarnos a nosotros mismos: encontrar qué significan las palabras y cómo usarlas, comunicarnos con claridad, decir lo que queremos decir. No debemos intentar congelar el lenguaje o fingir que es algo muerto que debe ser reverenciado, sino usarlo como algo vivo, que fluye, que toma palabras prestadas, que permite que el significado y la pronunciación cambien con el tiempo.
Los escritores - y especialmente los escritores para niños, pero todos los escritores - tenemos una obligación para con nuestros lectores: la obligación de escribir cosas sinceras, especialmente cuando creamos historias de gente que no existe en places que nunca existieron - entender que la verdad no está en lo que ocurre sino que es lo que nos habla de quién somos. La ficción es la mentira que dice la verdad, después de todo. Tenemos la obligación de no aburrir a nuestros lectores, sino hacerles necesitar pasar las páginas. Una de las mejores curas para un lector reacio, después de todo, es una historia que no puedan dejar de leer. Y mientras que debemos decirle a nuestros lectores cosas sinceras y darles las armas y armadura y pasarles cualquier sabiduría que hayamos adquirido de nuestra corta estancia en este verde mundo, tenemos la obligación de no dar sermones, ni regañar ni forzar moralidades y mensajes por la garganta de nuestros lectores como los pájaros adultos alimentan a sus crías con gusanos pre-masticados; y tenemos la obligación de nunca, jamás, bajo ninguna circunstancia, de escribir nada para niños que nosotros mismos no leeríamos.
Tenemos la obligación de entender y reconocer que los escritores para niños están haciendo un trabajo importante, porque si lo hacemos mal y escribimos libros aburridos que hacen que los niños se alejen de leer y de los libros, hemos disminuido nuestro propio futuro y el suyo.
Todos nosotros - adultos y niños, escritores y lectores - tenemos la obligación de soñar despiertos. Tenemos la obligación de imaginar. Es fácil fingir que nadie puede cambiar nada, que estamos en un lugar en donde la sociedad es enorme y el individuo es menos que nada: un átomo en una pared, un grano de arroz en un campo de arroz. Pero la verdad es que los individuos cambian su mundo una y otra vez, los individuos construyen el futuro, y lo hacen imaginando que las cosas pueden ser distintas.
Mirad a vuestro alrededor: En serio. Parad un momento y mirad la habitación en la que estáis. Voy a señalaros algo tan obvio que tiende a ser olvidado. Es esto: que todo lo que puedes ver, incluyendo las paredes, era, en algún punto, imaginado. Alguien decidió que era más fácil sentarse en una silla que en el suelo e imagino la silla. Alguien tuvo que imaginar una forma de que pudiera hablaros ahora mismo en Londres sin que nos lloviera encima a todos. Esta habitación y las cosas en ella, y todas las demás cosas de este edificio, esta ciudad, existen porque, una y otra y otra vez, alguien imaginó algo.
Tenemos la obligación de hacer las cosas bonitas. No dejar este mundo más feo que como lo encontramos, no vaciar los océanos, no dejar nuestros problemas a la próxima generación. Tenemos la obligación de limpiar nuestra basura, y no dejar a nuestros hijos un mundo que hemos fastidiado por ser demasiado cortos de miras.
Tenemos la obligación de decir a nuestros políticos lo que queremos, votar contra los políticos o cualquier partido que no entienda el valor de la lectura en la creación de ciudadanos valiosos, que no quieran actuar para preservar y proteger el conocimiento y promover la alfabetización. No es cuestión de política de partidos. Es cuestión de humanidad común.
A Albert Einstein le preguntaron una vez cómo podíamos hacer inteligentes a nuestros hijos. Su respuesta fue al mismo tiempo simple e inteligente. "Si queréis que vuestros hijos sean inteligentes, " dijo, "leedles cuentos de hadas. Si queréis que sean más inteligentes, leedles más cuentos de hadas." Entendía el valor de leer y de imaginar. Espero que podamos dar a nuestros hijos un mundo en el que leerán, les leerán, imaginarán y entenderán.