Ya era hora de que posteara desde aquí, sobre cosas de aquí.
En esta semana hemos (los demás becarios ICEX y yo) cambiado de país, empezado a aprender coreano, conocido a algunos coreanos y empezado a hacernos a la rutina y el día a día.
Llegamos aquí un buen día de lunes, después de trece horas de avión y sin mucho problema como ya conté en este post.
Al día siguiente comenzamos las clases de coreano en coreano. Los grupos son pequeños, de unas doce personas, así que los profesores tienen tiempo para dedicarle a todo el mundo. El comando ICEX Corea ha sido partido en tres grupos, Pablo y Victor por un lado, Eliezer solo ante el peligro, e Íñigo y yo en otro lado, y cada uno en un aula distinta. La verdad es que es mejor así, por un lado, teniendo un compañero de tu idioma, se hace más llevadero cuando no tienes idea de qué te está preguntando la profesora, por otro, al no estar todos en la misma clase, ves más al resto de alumnos extranjeros, y te picas más.
En particular, en la clase donde estamos Íñigo y yo, hay cinco japoneses, uno de ellos de padres coreanos, una chica de Estados Unidos, un noruego, una vietnamita, una rusa (aunque de padres coreanos) y una brasileña (también de padres coreanos, creo) Aprovechando que hay japoneses, trato de comentarles alguna cosilla de vez en cuando, para tratar de practicar un poco y hacer amigos. La verdad es que el ambiente en la clase es bueno, incluso aunque llevemos tres días, y vayamos con tres días de retraso respecto a los demás.
Las clases, como ya he dicho, son de coreano en coreano. Los profesores también saben algo de inglés, aunque no mucho, y prácticamente tampoco lo usan. Me doy cuenta de que saber algo de japonés es una buena ayuda. Te acostumbra a pequeñas cosas, como que el verbo va al final, que hay partículas marcando los elementos de la oración (tema, sujeto, etc) y cosas así. Hay palabras, además, que se pronuncian igual o muy parecido al japonés, probablemente porque en ambos casos vengan del chino.
También parece haber una diferencia entre los alumnos asiáticos (o de ascendencia asiática, como el caso de la chica rusa) y los occidentales. Los asiáticos, si llegan antes a clase, sacan sus libros y empiezan a repasar. Los occidentales, especialmente los españoles, se quedan hablando en la puerta.
El segundo día de clase (el primero que llegué antes de la hora) me puse a estudiar como ellos, así que supongo que voy orientalizándome.
Cada vez estoy más convencido de la ayuda que supone conocer gente para hacer intercambio de idioma, tienes más ganas de aprenderlo para facilitar la comunicación con los nuevos amigos que vas haciendo, porque a fin de cuentas, para comer en un restaurante no te hace falta mucho más que saber señalar con el dedo y dos o tres palabras sueltas.
En mi caso, de momento sólo he conocido a Nani para echarme una mano, pero me ayuda bastante, y poco a poco iré conociendo a más.
Y por fin voy a hablar un poco del día de ayer. Algo resfriado como estaba (la host family me puso aspirinas al lado del plato del desayuno en cuanto me levanté), pasé el día entre estudiar y dormir 50/50, lo que ayudó bastante tanto a recuperar tiempo para el coreano como a curar el catarro. Ayer coincidió que era fiesta nacional (gracias al cielo, porque un día más para estudiar buena falta hacía) y el cumpleaños de un amigo becario, Pablo.
Habíamos quedado para cenar y salir de fiesta luego.
Yo, siendo algo responsable, pensé en quedarme sólo a la cena y luego volverme a casa.
Pero es que me sentía tan bien...
En esta semana hemos (los demás becarios ICEX y yo) cambiado de país, empezado a aprender coreano, conocido a algunos coreanos y empezado a hacernos a la rutina y el día a día.
Llegamos aquí un buen día de lunes, después de trece horas de avión y sin mucho problema como ya conté en este post.
Al día siguiente comenzamos las clases de coreano en coreano. Los grupos son pequeños, de unas doce personas, así que los profesores tienen tiempo para dedicarle a todo el mundo. El comando ICEX Corea ha sido partido en tres grupos, Pablo y Victor por un lado, Eliezer solo ante el peligro, e Íñigo y yo en otro lado, y cada uno en un aula distinta. La verdad es que es mejor así, por un lado, teniendo un compañero de tu idioma, se hace más llevadero cuando no tienes idea de qué te está preguntando la profesora, por otro, al no estar todos en la misma clase, ves más al resto de alumnos extranjeros, y te picas más.
En particular, en la clase donde estamos Íñigo y yo, hay cinco japoneses, uno de ellos de padres coreanos, una chica de Estados Unidos, un noruego, una vietnamita, una rusa (aunque de padres coreanos) y una brasileña (también de padres coreanos, creo) Aprovechando que hay japoneses, trato de comentarles alguna cosilla de vez en cuando, para tratar de practicar un poco y hacer amigos. La verdad es que el ambiente en la clase es bueno, incluso aunque llevemos tres días, y vayamos con tres días de retraso respecto a los demás.
Las clases, como ya he dicho, son de coreano en coreano. Los profesores también saben algo de inglés, aunque no mucho, y prácticamente tampoco lo usan. Me doy cuenta de que saber algo de japonés es una buena ayuda. Te acostumbra a pequeñas cosas, como que el verbo va al final, que hay partículas marcando los elementos de la oración (tema, sujeto, etc) y cosas así. Hay palabras, además, que se pronuncian igual o muy parecido al japonés, probablemente porque en ambos casos vengan del chino.
También parece haber una diferencia entre los alumnos asiáticos (o de ascendencia asiática, como el caso de la chica rusa) y los occidentales. Los asiáticos, si llegan antes a clase, sacan sus libros y empiezan a repasar. Los occidentales, especialmente los españoles, se quedan hablando en la puerta.
El segundo día de clase (el primero que llegué antes de la hora) me puse a estudiar como ellos, así que supongo que voy orientalizándome.
Cada vez estoy más convencido de la ayuda que supone conocer gente para hacer intercambio de idioma, tienes más ganas de aprenderlo para facilitar la comunicación con los nuevos amigos que vas haciendo, porque a fin de cuentas, para comer en un restaurante no te hace falta mucho más que saber señalar con el dedo y dos o tres palabras sueltas.
En mi caso, de momento sólo he conocido a Nani para echarme una mano, pero me ayuda bastante, y poco a poco iré conociendo a más.
Y por fin voy a hablar un poco del día de ayer. Algo resfriado como estaba (la host family me puso aspirinas al lado del plato del desayuno en cuanto me levanté), pasé el día entre estudiar y dormir 50/50, lo que ayudó bastante tanto a recuperar tiempo para el coreano como a curar el catarro. Ayer coincidió que era fiesta nacional (gracias al cielo, porque un día más para estudiar buena falta hacía) y el cumpleaños de un amigo becario, Pablo.
Habíamos quedado para cenar y salir de fiesta luego.
Yo, siendo algo responsable, pensé en quedarme sólo a la cena y luego volverme a casa.
Pero es que me sentía tan bien...
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