jueves, 30 de agosto de 2007

Edad y razón

La edad, en mi opinión, tiene al menos tanto de mental como de físico. El paso del tiempo y las experiencias de una persona son lo que forjan su mente, su madurez. Podemos verlo cuando pensamos en nuestros propios padres. En general, podemos encontrar muchos que tuvieron hijos (nosotros) a una edad más temprana que la que nosotros esperamos tener cuando nazcan nuestros hijos. O se casaron antes, o empezaron a trabajar antes, o se fueron antes de casa. Aunque sea porque las cosas han cambiado, porque las posibilidades no son las mismas, o las necesidades son diferentes, lo que es cierto, no es menos cierto que esas diferencias en la trayectoria de sus vidas han influido sobre su madurez y su velocidad de maduración.

Por supuesto que no es sólo la necesidad la que hace que las personas empiecen a "comportarse como adultos", hay algo en nuestro interior que se va cansando de la frivolidad de la juventud y trata de hacernos pensar en cosas más estables, más importantes, más grandes, más duraderas. Más responsables. Quizá sea un instinto para ayudar a la conservación de la especie, a partir de cierto momento empieza a tratar de construir las bases para una relación entre miembros de distinto sexo (no voy a hablar ahora de monogamia o multigamia, pero probablemente llegue en el futuro) y a la cría de su descendencia.

De todos modos ¿qué significa comportarse como adultos? Para los niños, es "comportarse como ellos", sus padres, sus profesores... Para los adultos, "comportarse como nosotros". Si tuviera que decir algo, probablemente sería que los adultos deben comportarse con responsabilidad. De hecho, a nivel legal y, en bastantes ocasiones, social cuando se considera adulto a alguien es cuando se le considera plenamente responsable de sus actos, buenos o malos. Mientras es niño los castigos están atenuados porque "es una chiquillada", "los niños son así", etc, y en realidad no tendría sentido castigar a un niño del mismo modo que un adulto porque un niño no tiene la misma consciencia de haberse comportado mal (y del porqué está mal)que un adulto. Esa consciencia la irá desarrollando con los castigos y regañinas que reciba cuando actúe mal y los premios y felicitaciones cuando lo haga bien. Es tan importante lo uno como lo otro, el palo y la zanahoria, para desarrollar consciencia de los dos extremos morales que habrá en nuestra vida. Hay cosas que serán buenas, malas o que no tendrán importancia moral, y cualquier posición entre ellas. Si sólo castigamos, entonces la percepción del niño será que hay cosas que no importan y otras que te traen problemas. Si sólo premiamos, tampoco tendrá una noción adecuada del mal, porque no percibirá cuándo algo es malo.

En el mundo actual, el mundo que vivimos y que contribuimos a evolucionar (o involucionar), se da más claridad a los castigos que a las bonificaciones, aunque están ahí. Un trabajo bien hecho puede hacer que los jefes te consideren para un ascenso, pero mentalmente funciona mejor un "has hecho un buen trabajo" cercano en el tiempo (y el ascenso después, no sólo de psicología vive el hombre) para que al cerebro le sea fácil relacionar el esfuerzo que ha desarrollado con la felicitación o la alabanza. Por supuesto que si llega el ascenso intelectualmente la persona sabrá que lo ha hecho bien, pero inconscientemente no está relacionando los dos hechos, su esfuerzo y su trabajo. Además, siempre es agradable que reconozcan tu esfuerzo como algo con valor en sí mismo.

Con todo, lo cierto es que vemos menos zanahorias que palos, parece que el mundo de los adultos no es muy acogedor, y la mayoría de los adultos que conozco dicen que hay que aprovechar la niñez, porque es la mejor época. Y a pesar de lo duro que pueda resultar ser (comportarse como un) adulto es otro esfuerzo que queremos que los demás aprecien. ¿En qué forma? En que percibamos que los demás nos tratan como a adultos.

¿Qué es "tratar como a un adulto"? Por ejemplo, que nuestras opiniones sean razonadas, si razonamos una opinión y tenemos razón, que al menos escuchen nuestras razones, y a ser posible, que acepten que tenemos razón. Si estamos equivocados, que escuchen nuestras razones, que nos den las suyas, que se establezca un diálogo en el que todas las partes sean capaces de escuchar los argumentos de los demás y los sotengan o traten de debilitarlos, pero siempre de forma razonada.

Los padres (entre otros adultos) a veces tienen la mala costumbre de no escuchar los argumentos de sus hijos (los padres en particular pueden considerar niños a sus hijos aunque se acerquen más a los treinta que a los veinte). Los niños están comprobando cómo es razonar algo, si se les dice que sí o que no sólo para quitarnoslos de encima no conseguiremos que dejen el tema, conseguiremos que dejen de intentar razonar con nosotros. He dado clase (de judo) a niños pequeños y puedo asegurar que mucho más que la clase de judo era más importante para mí escuchar sus razonamientos. Y creo sinceramente que para ellos también era importante. He visto a niños de cuatro a ocho años razonar con tanta inteligencia como adultos, y con más calma que algunos. Por supuesto, había ocasiones en las que les faltaba información y llegaban a conclusiones erróneas. Por ejemplo, supusieron que si yo no estaba casado entonces estaba separado, porque los adultos que conocían (y yo era un adulto porque tenía barba) estaban casados o separados. Pero el hecho de que se equivocaran no dependía de su capacidad de razonar sino de su conocimiento. Y pedirles su opinión, preguntarles el porqué de esa opinión y escucharles con atención (y responderles, confirmándoles, negándoles o dándoles nueva información) es la actividad que con más placer recuerdo de esas clases. Si los niños perciben que su capacidad de razonar es valorada y les sirve para que los adultos les hagan caso (algo que quiere todo niño) ellos empiezan a valorar su propia capacidad de razonar, la intentan utilizar más, la intentan desarrollar. Y eso les servirá más cuando lleguen a la edad adulta.

Cuando digo que hay que valorar las opiniones de los niños (y ya he conocido a adultos que me han salido con estas) no me refiero a que se les de la razón aunque no la tengan. Hay que tratarles con honestidad. Si tienen la razón, se les debe dar, y si no la tienen se les debe razonar el porqué, pero es más difícil que con un adulto: cuando discutes con un adulto te preocupa quién lleva la razón, pero al discutir con un niño lo que debe preocuparte es el efecto que esa discusión vaya a tener. No es malo para un niño no tener razón o equivocarse en un razonamiento. Es malo que no se acepten sus argumentos como algo merecedor de ser tratado, que no se acepten sus opiniones como algo merecedor de ser considerado, que se le de la razón para quitartelo de encima (es comprensible, acabas de llegar del trabajo y estás agotado) ni se le rechace con frases como "he dicho que no y ya está bien, vete a jugar a tu cuarto" El objetivo de una discusión con un niño es darle nuevos datos que hagan, a ser posible, que él mismo razone una nueva conclusión. Puede que haya cosas que un niño no pueda entender, pero eso no es excusa para no intentar explicárselas. Intenta explicárselas y él mismo puede acabar diciendo que no las comprende, entonces consuélale y dile que dentro de algo de tiempo lo comprenderá. No se debe tratar a nadie, adulto o no, como si no supiera nada, como máximo, como si no supiera lo suficiente.

En cuanto a la edad, en una relación de pareja también puede ser importante. Especialmente si se le da importancia. Tarde o temprano va a haber discusiones, pero esas discusiones nunca deberían terminarse con frases como "tú no sabes todo sobre este tema, así que cállate" Y si tu pareja (o un amigo, o cualquier adulto) intenta terminar una discusión así, dile "pues explícamelo." De ese modo seréis dos para buscar una solución, no uno.

Fijaos en lo que he dicho en el párrafo de antes. "Especialmente si se le da importancia" Tú puedes tener diez años más que tu pareja, pero si ambos os tratáis como adultos, es decir, como personas capaces de razonar y entender, entonces esos diez años sólo tendrán influencia en el tema físico (todos sabemos que el cuerpo de un hombre de 50 no funciona igual que a los 40) pero no en el mental, que es lo que más va a importar a la hora de vivir en pareja, y de hecho para vivir en sociedad.

Todas las personas son personas, algunas son mejores que otras (ya hablaremos algún día sobre el bien y el mal y ser mejor o peor) y a algunas las queremos tener más cerca que a otras. O dicho de otra forma, estamos más dispuestos a pagar el esfuerzo de estar cerca de algunas personas que de otras.

Lo que en definitiva quiero decir con todo esto, es que tanto a los niños como a los adultos, tanto a nuestras parejas como a nuestros compañeros de trabajo (jefes o subordinados), a todos tenemos que tratarles como a personas, como a seres con capacidad de razonar, y recordar que todos tienen sentimientos (salvo los sociópatas, pero ya hablaremos de ello en otra ocasión, son peores que animales) Todas las personas necesitan sentirse valoradas tanto laboral como socialmente, y puede estar en nuestra mano ayudarles a ello sólo con expresarnos con educación, honestidad, sinceridad, y escuchando, soportando o rebatiendo sus argumentos.

La palabra es algo que no es exclusivo de los humanos (todos los animales se comunican entre sí de un modo más o menos elaborado), pero es con los humanos con quienes debemos entendernos, así que usemos nuestros métodos de comunicación para comunicarnos de forma efectiva y de forma que las personas de nuestro alrededor mejoren como nosotros mismos queremos mejorar. Si valoramos a los demás, los demás nos valorarán como "una persona con la que se puede hablar, inteligente, honesta, clara"

Valorad los pensamientos de los demás. Algunos puede que no lo aprecien pero ni les dañará a ellos ni a nosotros; los que sí lo aprecien mejorarán vuestra vida.

domingo, 19 de agosto de 2007

El precio de las decisiones

Hace poco estaba hablando con unos amigos a cuento de las dudas que tenía una de ellos sobre en qué trabajar, qué estudiar, si seguía estudiando...

En general, estoy seguro de que muchos de nosotros hemos encontrado personas que han querido llevarnos por un camino u otro basándose en sus propias experiencias, sus propios aciertos o sus propios fallos. En este caso, el de los estudios y el trabajo, mucha gente opina que una carrera universitaria es un buen futuro, y que cualquiera debería intentar sacarla porque te da más opciones de conseguir un buen trabajo. Hay un estudio de la fundación Conocimiento y Desarrollo acerca de eso. En breve, dice que dentro de la población, las tasas de paro son cerca de un 7% para los que tienen una carrera y alrededor del 10% para los que no. La tasa de actividad (si alguien sabe qué significa esto, por favor, que me lo diga) era de un 82% para los universitarios, un 67% para los que sacaron las Secundaria y un 30% para los que sólo tenían primaria. Por otro lado, la pasta, es de un 40% más de sueldo si tienes carrera que si no.

Parece que sí da más oportunidades de trabajo y dinero. Ahora las trampas: 1. el estudio es de 2005; 2. Hay más gente sin carrera que con ella, con lo que hay más probabilidades estadísticas de tener trabajo, pero la mayoría de la gente trabaja sin tener carrera; 3. El universitario se pasará unos cinco años haciendo su carrera (siendo buenos, la media estará más cerca de seis o siete), ese tiempo lo pasa trabajando, ganando experiencia y cobrando el que no va a por la universidad; 4. el dinero que cobra un universitario recién salido no se diferencia tanto de otros sueldos a no ser que tenga suerte y/o sea una lumbrera, la diferencia la dan los que tienen años de experiencia a sus espaldas.

De todos modos, la pregunta más importante, en mi opinión, es si necesitas una carrera para el trabajo que quieres realizar. Tienes que pensar primero en tu futuro, imaginarte en él y encontrar una imagen en la que estés a gusto. A menos que seas rico desde joven (y eso es cuestión de suerte o nacimiento) vas a trabajar como el 30% de tu vida (y en dormir, comer, transporte y demás necesidades se irá otro 45%) así que es importante que estés a gusto con lo que haces para ganarte la vida. Claro, es difícil decidir cuando no tienes ni veinte años y no conoces nada fuera del instituto, pero de lo que pretendo hablar no es de la toma de esa decisión, sino de ser consciente de que decidas lo que decidas, hay un precio que pagar. Si decides seguir estudiando pagarás ese tiempo, ese esfuerzo y el dinero que te cueste seguir estudiando; si decides ponerte en trabajar tendrás que pagar el precio de saber que, si las cosas siguen como hasta ahora, dentro de cinco años no cobrarás mucho más que ahora. Mirando ofertas dentro del campo de la programación (y pidiendo ingeniería en informática) a un recién salido le pueden ofrecer entre 15000 y 18000 euros anuales (brutos, claro), con tres años de experiencia son a partir de 24000. ¿Qué has sacrificado por ello? ¿unas 50 horas semanales dedicadas a la universidad, entre clases y estudios, durante siete años? El premio puede merecer la pena, pero recuerda que el precio lo pagas antes. Y el precio también debe entrar dentro de tus consideraciones.

Hasta ahora he hablado de trabajo y estudio, pero en la vida te encontrarás con que tienes que tomar otras decisiones, cada una con sus precios. Casarte o no, volver a las clases o seguir trabajando como hasta ahora, cambiar de amigos, de barrio, de novia/o, de casa... Incluso la decisión de no hacer nada tiene un precio, y es no cambiar. No cambiar durante el tiempo que sigas con esa decisión. Si estás dispuesto a pagar el precio, decides. Si te desespera pensar en tomar tantas decisiones, en pagar todos esos precios, si prefieres cortarte las venas antes que vivir una vida semejante, en primer lugar recuerda que en la vida habrá premios. La carrera no es sólo estudiar, sino conocer gente, pasar buenos momentos y alegrarte al descubrir que has aprobado un examen. Trabajar también tiene sus satisfacciones, e incluso dejar a tu novia (o que te deje) puede ser algo bueno (si no ibais a ser felices juntos, mejor dejarlo ahora que vivir infelices más tarde y durante unos años)

Piensa lo que quieres, piensa en el precio y toma una decisión. Y luego, síguela y adáptate a lo que descubras en cada momento. Cada momento puede cambiar las circunstancias, y cada cambio puede justificar otra decisión. Vive y busca tu felicidad, porque no es tu derecho sino tu deber, para ti y la gente que te quiere.

Por cierto, cuando hablé del suicidio dije "en primer lugar". El segundo lugar es que la decisión de suicidarte también tiene su precio. Nunca serás más que ahora (y dejarás realmente jodida a la gente que te quiere, piensa en esa responsabilidad)

Una última vuelta de tuerca: hay una parte del precio de decidir que puede que no hayáis visto: la posibilidad de equivocarse. Que os divirtáis.

lunes, 13 de agosto de 2007

Decisiones

Las decisiones que tomamos a veces parecen parte del destino ¿verdad? Cuando pienso sobre ello, me da por pensar que en realidad el destino no es más que las múltiples causas que nos llevan a decidir algo. Hay niños que nacen más despiertos que otros, más despistados, más valientes, más cobardes... Es la semilla de la persona. A partir de ahí, van desarrollándose, les pasan cosas, y la personalidad que tienen en ese momento les hacen tomarse las cosas de un modo u otro, lo que cambia la personalidad que tenían de un modo u otro. Para cuando llega el momento de tomar una decisión, la toman de acuerdo con su personalidad, con cómo son en el momento de tomarla, y las consecuencias que ello tenga volverán a cambiarles, afectando a futuras decisiones.

No todas las causas están dentro de uno mismo, claro. A veces estás afectado por las decisiones que toman otros (según sus propias personalidades, vivencias, etc), pero también hubo causas para que esos otros estuvieran allí. ¿Entendéis a qué me refiero? Cuando empiezas a pensar así, la vida parece una enorme red de puntos en movimiento, con roces entre sí, con trayectorias distintas y con tantas causas que es inaprensible para una mente humana (al menos para la mía) el detectar todas esas causas por cada una. Sin embargo, el saber que es así, es como empezar a mirar algo por un microscopio, un papel, por ejemplo, y ver las fibras que lo forman, el brillo irisado que tienen, y luego darse cuenta de que ese brillo irisado que ves por el microscopio, cuando lo ves desde lejos (con tus ojos normales) como lo ves es blanco. Sabes que lo ves blanco porque esa luz de distintos colores que emite cada fibra se combina para formar luz blanca y es esa luz la que llega a tus ojos. Por mucho que pienses que en realidad ese color blanco lo forman un montón de colores distintos (ninguno de los cuales es blanco) lo cierto es que a ti, en tu día a día, te basta con saber que ese papel está en blanco y puedes escribir algo en él. Lo mismo ocurre con las causas de las decisiones en la vida. En el día a día lo que te importa es que algunas dependen de ti y otras no.

En cuanto a eso, las que no dependen de ti, pues bueno, no dependen de ti al fin y al cabo. Tienes que actuar sobre las que dependen de ti, porque ellas son las que van a formar tu vida (y afectarán a las vidas de los demás) La responsabilidad de decidir es tuya, y si te dejas llevar por los demás, es decisión tuya el vivir con las decisiones de otros. Parece que nunca se acaba la responsabilidad sobre la propia vida ¿verdad? En realidad es algo más fácil que eso, y más difícil también. Tienes que saber ver la situación en la que estás, descubrir qué es lo que no te gusta, lo que quieres cambiar, encontrar formas de cambiarlo, escoger una de esas formas, llevarla a la práctica y saber que vas a tener que vivir (sufrir, disfrutar) las consecuencias de esa decisión, de ese cambio en tu vida. Y ni siquiera es tan fácil como esperar o buscar una ocasión de cambiar lo que no te gusta en tu vida, porque hay cosas que no tienen ocasión para que la busques o la encuentres. Tienes que crearla. O la ocasión es cada momento de tu vida, si quieres verlo así.

Y luego están las decisiones que tomaste demasiado tarde, las decisiones que te equivocaste al tomar y las decisiones que exigen tiempo y paciencia. Éstas, por ejemplo, puede ser tan simple como el dinero. Si me permitís que me ponga a mí mismo como ejemplo, cobro menos de lo que me gustaría (qué sorpresa, como todos ;) ), pero soy consciente de que es así porque prácticamente acabo de empezar a trabajar en lo mío, en informática y como licenciado. Tengo que acumular tiempo de experiencia antes de que alguien esté dispuesto a pagarme más. Hay que aceptar cosas así en la vida.

Otras decisiones las tomaste y te equivocaste. Si tomaste una mala decisión y descubriste que era mala cuando te enteraste de nuevos datos que antes no conocías, entonces deja de considerarla una decisión errónea. No tenías esa información, no tenías modo de tomar la decisión correcta en el momento en que lo hiciste porque no tenías todos los datos. (Los motivos por los que no los tenías podían estar o no bajo tu control o ser producto de otras decisiones tuyas, eso es algo que podéis analizar vosotros y para cada caso) Con decisión errónea me refiero a esas decisiones que tomaste sin pensar, decisiones que no tenían objetivo. La mayoría de la gente con la que he hablado que fuma, y que lamenta haber empezado a fumar, dice que empezó porque alguien le ofreció una vez y dijo "sí, por qué no" y luego se fueron aficionando. Como la primera raya de coca (según me han contado, personalmente paso más de drogas duras que de tabaco y blandas. Salvo el alcohol, que unas cervecitas de vez en cuando...), la primera la disfrutas. Si no fuera agradable no habría tanta gente enganchada. Y parece que no ha pasado nada, así que sigues. Y al final te das cuenta de que todo lo que decían de lo malo que tiene la cocaína es cierto. A alguna gente no le importa llegado ese punto, a otros sí.

Todavía no he hablado de las decisiones que tomaste demasiado tarde. Esto es distinto de perder una oportunidad por decidir demasiado tarde que debías (querías) aprovecharla. Estoy hablando de decisiones que cambian tu vida, de decisiones que sabías que querías tomar pero no lo hiciste por cobardía, nervios, excusas, lo que sea, pero que no tomaste hasta más tarde en tu vida. Y esa tardanza hizo que perdieras oportunidades, que tengas momentos a la espalda que pienses ¿y si en aquel momento hubiera sido más como ahora y menos como entonces? Las cosas podrían haber resultado distintas, podría ser más feliz, etc. Creo que esas son las que puedes tener más derecho a lamentar, porque sabías qué era lo que querías, sabías cómo hacerlo y tenías los medios. Y a veces es demasiado tarde para tratar de buscar las oportunidades que desaparecieron por ese lapso de tomar ánimos para cambiar. Y hay que aceptarlo, aunque sé que es duro. En cuanto a esto, yo mismo he cambiado en los últimos años. Pues ojalá hubiera cambiado antes, cuando veía a Estrella (si la recordáis, hablaba de ella en "Nostalgia") a menudo en lugar de encuentros casuales y fugaces como ahora.

Recuerdo que hace unos años, cuando tenía que cambiar pero no me atrevía a romper con todo lo que era en ese momento, no me atrevía a confesarme oficialmente que había estado actuando de forma equivocada tantos años, cuando aún estaba "cogiendo ánimos para el cambio", fuimos con el colegio a Doñana (Un lugar precioso, por cierto, se lo recomiendo a todos los que les guste la naturaleza) En aquel momento era otra chica la que ocupaba principalmente mis pensamientos (casualmente una que era segura de sí misma, agresiva, etc, todo lo que yo era, pero al contrario) El caso es que al final de aquella convivencia había cuadernitos de notas, intercambio de firmas, etc. Estrella (que también estaba en el mismo grupo que yo, como su chico de aquel momento) escribió en el mío "Para un futuro poeta famoso de una gran admiradora" En aquel momento yo mismo no me consideraba más de un pobre intento de escritor, y probablemente jamás me vaya a considerar mejor en ese aspecto (he estado siete años sacándome mi carrera y me gusta lo suficiente el trabajo como para vivir de él en lugar de intentar sobrevivir como escritor) En cualquier caso, la opinión que yo mismo pudiera tener de lo que escribía no importa para que aún hoy lea esa firma y me emocione tanto como entonces. Decididamente, ojalá hubiera cambiado antes. Tendré que acostumbrarme al hecho de que cambié tarde y recordarlo para mis futuras decisiones.

Hablamos de nostalgia

La nostalgia. Es algo curioso, ¿verdad? Hace poco estaba yo con un amigo cuando me encontré a una chica, pongamos que se llama Estrella. En los últimos años prácticamente no la he visto, alguna vez suelta desde que acabé el instituto, pero sigue teniendo una de las caras más bonitas que he visto. Para ser sincero, también está bastante bien, no sólo de cara, y es una chica bastante agradable si sigue siendo como en aquel momento. El caso es, que esa chica me ha gustado desde que la conocí, y yo era un crío. A lo mejor teníamos seis años, prácticamente al empezar el colegio. Por supuesto que a lo largo de ese tiempo me gustaron otras chicas en uno u otro momento y por una u otra razón, pero la nostalgia, y es a lo que voy, me llega cuando pienso precisamente en esta chica.

Recuerdo que leí en algún sitio un relato corto sobre el primer amor, que nunca se olvida. El relato era bastante exagerado y algo inadecuado, quizá. Iba sobre un chaval que tenía a su chica de niños, que un día estaban en la playa y ella se metía en el mar y no volvía a salir. Años después, ese chaval, ya adulto, va con su mujer a esa playa y están paseando. Y cuando la mujer está alejada, o él se aleja hacia la orilla, él ve el cuerpo ahogado de la chica de su niñez, y luego regresaba "hacia la desconocida que le esperaba en la arena" o algo así. La verdad es que no sólo me parece inadecuado (llamadme tonto, pero no me gusta que el autor ahogara a aquella niña y menos para dar ejemplos sobre el amor) sino que también me parece exagerado, porque la otra es su mujer, tendrán una vida en común y se querrán, decir que es una desconocida... No me fastidies. Sobre el amor y el amar a varias personas (a lo largo de la vida) ya hablaremos más adelante, pero ahora estamos en la nostalgia, y la nostalgia sí que aparece con eso, al menos, supongo, es mi caso, si no hubo ninguna relación con esa primera chica por la que estabas colgadito en el colegio. Yo lo estaba con esta chica, con Estrella.

Bastantes años más adelante, cuando las chicas empiezan a desarrollarse y los chicos hacen bromas con ello, un día, y fue sin querer, le rocé el culo. Ella se dio la vuelta suponiendo que era una broma de alguno de los demás, pero cuando me vio, su expresión cambió. Era sorpresa, pero sorpresa no como "oh, que sorpresa más agradable, el tímido de la clase hace un movimiento tan normal como los demás chicos" Era una sorpresa más parecida a "No esperaba esto de ti" Sólo duró un momento, porque estaba claro (supongo que yo lo llevaba pintado en la cara) que había sido sin querer. En otra ocasión no fue sin querer, actué como un gilipollas haciendo una de esas bromas, que ni siquiera me parecían graciosas, sólo por pensar que era un chico normal, como los demás de la clase. Su expresión en aquel momento me enfrío, era como si sólo con eso, con su mirada, me viera a mí mismo desde fuera y me despreciara a mí mismo y lo que acababa de hacer. Supongo que era porque yo no era así, pero lo que sé es que aquel momento fue como descubrir que has traicionado a alguien.

En una ocasión, mucho tiempo atrás ya, ni siquiera recuerdo qué edad tendríamos pero no lo suficiente como para pensar en nada sexual. El caso era que ella estaba enferma esos días y no sé si necesitaba que le devolviera un libro a la biblioteca, o que le llevara un libro, o qué. Lo cierto es que tampoco importa. Recuerdo que salí al descansillo de la puerta de su casa, llamé al timbre, y abrió ella la puerta. Llevaba una bata de estas de invierno (supongo que sería la época y estaría resfriada) y sonreía. Sólo recuerdo (y sé que suena muy literario, pero así era la sensación) que el tiempo se detenía un momento, al menos para mi cabeza, como si durante un instante todo, menos mi propia mente, siguiera avanzando. Estaba allí, sonriéndome, absolutamente preciosa. Es esta sensación de quedarse sin respiración durante un momento, como si te hubieras olvidado hasta de respirar. Y con algo tan sencillo como eso. Estrella allí, con su bata bien cerrada, su pijama debajo, sus zapatillas de casa... sonriendo.

Por supuesto, era una chica inalcanzable para mí, al menos para mi propia opinión (no tenía demasiada confianza en mí mismo, más bien nada) Pienso en qué habría ocurrido si yo hubiera sido distinto, si hubiera sido más como ahora, menos inseguro. Es algo que ni sé ni me pongo a imaginar. Ahora ella tiene novio, llevan varios años saliendo, nos movemos por sitios distintos, y nos encontramos de vez en cuando sólo porque vivimos en el mismo barrio, pero no puedo evitar pensar el "¿qué hubiera pasado?"

Según el diccionario de la RAE, nostalgia es "tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida" Las definiciones de emociones suenan frías ¿verdad? Las cosas que he contado ni siquiera eran "una dicha", sino más bien como una oportunidad o una posibilidad perdidas. No sé qué habría ocurrido si yo hubiera sido distinto en aquel momento, pero creo que me gustaría haberlo experimentarlo. Sí, decididamente me gustaría.